10 de febrero de 2011

Blancos sentados, negros de pie.

Basada en hechos reales, escribí esta pequeña historia para una de mis clases con sexto año básico. Rosa Park fue una incansable luchadora de los derechos civiles de los negros, y junto a Martin Luther King logró cambiar la mentalidad de sus pueblo frente a la discriminación racial.

La historia tiene un final feliz, pero eso tendrán que investigarlo ustedes.



Acababa de sonar el silbato que daba fin a la jornada de trabajo. Aquel sonido estridente sonaba como música a los oídos de Rosa, era la hora de volver a casa. El trabajo de costurera en la fábrica se hacía cada vez más difícil para ella; extensas horas de trabajo, con un salario que apenas alcanzaba para lo indispensable.

El autobús que sigue la ruta de Cleveland Ave, que la llevará a casa, se aproximaba.

- “Dios quiera que pueda coger un asiento”, pensaba.

Rosa era una mujer de color, y como muchos ciudadanos negros, debía sentarse en los últimos asientos, destinados a “los negros”, así lo estipulaba la ordenanza municipal.

El autobús se detuvo.

- “sube negra”, le espetó el conductor.

Al parecer el día terminaría un poco mejor, uno de los último asientos estaba desocupado, serían treinta tranquilos minutos hasta los barrios bajos de Montgomery, donde vivía Rosa; su madre y su hijo la estarían esperando, cenarían en familia para luego realizar la lectura de un cuento. A Chris le encantaba que su madre le leyera cuentos, y aunque estaba cansada y con dolor en las articulaciones de tanto manejar la máquina de costura, siempre era un placer y felicidad compartir esos pequeños momentos con su hijo.

- Párate negra. La voz de tono insolente le sacó de estos pensamientos.

- te digo que mes des el asiento!... ¿o además de negra eres estúpida?.

Fue en ese instante que Rosa levantó la mirada para ver a un hombre blanco, con abrigo y corbata que la miraba desafiante. Rosa no alcanzó a reaccionar, el conductor había detenido el autobús y la miraba por el espejo retrovisor. La ira se apoderó de ella, sabía que debía ceder el asiento al hombre blanco, pero su cansancio y orgullo le decían lo contrario. Fue esto lo que la determinó a rebelarse …¿por qué las cosas eran así?, ¿hasta cuándo existirían estos abusos contra los negros?, ¿a caso no eran también los negros hijos de Dios?, así lo había aprendido en la iglesia.

- No me levantaré pues estoy cansada. También tengo derecho a ocupar este asiento!.

El conductor no esperó la respuesta del hombre. Se apeó del autobús y llamó al policía que caminaba por la vereda de enfrente. Cuando este se acercó y se puso al tanto de la situación subió al autobús y se acercó a Rosa

- Me temo que tendrás que acompañarme

Rosa no opuso resistencia, el policía la tomo del brazo y la bajó del autobús. Fue detenida y una vez en el cuartel policial se le informó que debía pasar la noche ahí y pagar una multa de 14 dólares, tal y como estipulaba la ley.


Martin acababa de finalizar el sermón que daría el domingo, se quitó los lentes y se dispuso a tomar una taza de café. El sonido del timbre lo interrumpió; dejó la taza a medio servir y fue hasta la puerta. Era Lucky, el muchacho repartidor de diarios y que asistía todos los domingos al servicio religioso, venía sudoroso y su hablar era agitado,

- Pastor King, acaban de detener a la Sra. Parks!.

- ¿Qué dices muchacho?, cálmate y cuéntame que ocurre

- La Sra. Parks está en la delegación policial de Coolidge Street. Se negó a ceder su asiento en el autobús de Cleeveland a un hombre blanco… debe hacer algo pastor King!Martin, tomó su chaqueta y subió rápidamente a su automóvil, la delegación policial quedaba a 12 cuadras de la iglesia bautista donde él era conocido como el pastor Martin Luther King. Llevaba meses luchando contra la segregación racial. Situaciones como esta se repetían una y otra vez, día tras día. La gente de color no podía compartir con los blancos los mismos lugares públicos, escuelas, restaurantes, cines. La segregación llegaba a tal punto que en los baños se mostraban letreros de “solo blancos” o más directamente “negros no”; en más de una ocasión se vio en aprietos para encontrar un baño público.

Al doblar la esquina divisó la delegación de policía, estacionó a media cuadra y se bajo del automóvil rápidamente. Las miradas de varios policías se posaron sobre él cuando entró rápidamente a la delegación. El oficial de guardia llenaba una ficha distraídamente

- Buenas tardes oficial, busco a la Sra. Rosa Parks.

- ¿Perdón?. Le dijo el policía mientras lo observaba de pie a cabeza.

- Rosa Parks, fue detenida hace unos momentos en un autobús ….. ¡Ah!, la negra del autobús. Le interrumpió el policía. Sí, está detenida, debe pasar la noche aquí y pagar una multa de 14 dólares.

- Oficial, estoy seguro que se debe tratar de un mal entendido. ¡Si pagamos la multa podrá la Sra. Parks volver a su hogar?

- Lo siento Señor, la ley es la ley, debe pasar la noche aquí, cualquier ….¡Déjenme pasar!, ¡esto es un atropello!. Un hombre negro pujaba por entrar a la delegación, dos policías se lo impedían. ¡Soy Raymond Parks, mi esposa está detenida en esta delegación!.

- Dejen que entre. ordenó el oficial de guardia. Una vez que estuvo frente al mesón el oficial le dijo. Mire Señor, ya le expliqué a este otro Señor que su esposa debe pasar la noche aquí, no puedo hacer nada por ayudarlos.

- Buenas tardes Raymond. saludó Martín. ¡Pastor King, gracias por venir!, ¿hasta cuándo soportaremos estos abusos de los blancos? ¡debemos hacer algo, alguien debe hacer algo! Las lágrimas corrían por su mejilla derecha. La impotencia se apoderaba de Martin también, Raymond tenía razón, esto debía parar.

- Creo que lo mejor será cancelar la multa Raymond, por hoy ya nada podernos hacer. Mañana temprano te acompañaré a buscar a Rosa.

Se retiraron de la delegación en silencio. En el auto no intercambiaron palabras, solo las lágrimas del Sr. Parks y el cigarro que Martín nerviosamente acababa de encender daban cuenta del triste e injusto episodio que acababan de vivir.

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